El hecho de visitar el Science Museum (Museo de Ciencias) de Londres cuando tenía 12 años fue clave en mi decisión de dedicarme profesionalmente a la ciencia, actividad para la que me estoy formando actualmente, ya que curso un doctorado en UCL desde hace un año. Siempre consciente del papel crucial que cumple la divulgación en el acercamiento del público al quehacer y al conocimiento científico, complemento mi investigación sobre el desarrollo del cerebro adolescente con actividades paralelas de divulgación para adolescentes y adultos.
Desde hace dos años me incorporé al Science Museum como guía voluntaria. Esta actividad me permite seguir asistiendo al museo regularmente e interactuar con una gran diversidad de visitantes de todas partes del mundo. El día de hoy fue particularmente importante en mi desarrollo como divulgadora: en el marco de la visita del equipo de basquetbol de niños del pueblo triqui de Oaxaca, tuve el privilegio de compartir mi pasión con Bernabé, Tobías, Daisy, Abi, Melquíades, Dylan, Fernando, Efrén, Néstor y Max con quienes visité el Science Museum y el Natural History Museum (Museo de Historia Natural).
Juntos viajamos en el tiempo explorando el desarrollo tecnológico desde el tren hasta las cápsulas espaciales. Vimos los aparatos que nos permiten hacer neuroimagen y comparamos el cerebro de un ser humano con el de un chimpancé. Aprendimos cómo se ha desarrollado la aviación en estos últimos cien años y luego nos subimos a un simulador de acrobacias aéreas. Usamos la doble hélice de Watson y Crick para discutir el futuro de la clonación. Cazamos antibióticos (no microbios) y vimos una de las muestras originales de Penicillium que usó Flemming. Los más valientes cruzaron el museo por un puente hecho enteramente de vidrio. Y gracias al péndulo de Foucault que cuelga desde el sexto piso del museo pudimos ver la prueba científica de la rotación de la tierra.
Después exploramos nuestro pasado natural y fuimos a ver fósiles de dinosaurios. Nos aproximamos a las técnicas que usan los paleontólogos en su investigación, y nos enteramos de las posibles causas de la extinción de los dinosaurios con sentimientos encontrados sobre la mención de Yucatán en medio del museo.
Pasear con la selección triqui de básquetbol me permitió volver a asomarme al museo con los ojos que yo tenía a la edad de doce años, y redescubrir y compartir con este admirable grupo de campeones atléticos y académicos la chispa y la pasión de la expedición científica. Nago’ se luj. Gracias.